Muchos seres vivos, aunque no
inteligentes tienen comportamientos colectivos inteligentes; observamos, por
ejemplo, las aves en formación cuando vuelan, adquieren colectivamente formas
aerodinámicas sin ser conscientes de ello, o los bancos de peces en formaciones
multitudinarias defensivas sin que cada unidad sea consciente del resultado
global, igualmente ciertos mamíferos depredadores se unen en colectividades
para aumentar la efectividad de las persecuciones en la cacería. Así podemos
hablas de inteligencia colectiva natural, sin que los seres que la componen
sean propiamente inteligentes. ¿Qué ocurre con los humanos? ¿Somos globalmente
inteligentes? Al parecer, nos ocurre en cierta medida como a otras especies, en
un experimento de una feria de ganado, se pidió a los asistentes un cálculo
aproximado de un ejemplar de Toro, cada uno decía más o menos lo que creía que
pesaba el animal, todos fallaron, pero el peso medio obtenido colectivamente
era el del animal con un leve error de medio kilo. A veces, igual que en el
mundo animal, en épocas de crisis nuestra inteligencia global falla, jugándonos
individualmente malas pasadas, pues el
pánico se propaga por los individuos y dejamos de consumir inteligentemente por
miedo, perjudicando a muchos individuos de la colectividad. También ocurre esto
en el mundo animal, observamos a las manadas de ñus, que sin saber ellos por
qué, llega el pánico (desmedido o no), y se produce la estampida. Los individuos dejan de confiar en la
inteligencia global, pasan a un “sálvese quien pueda” y actúan individualmente
presa del miedo dejando de lado la colectividad.
Pero
lo peor de todo, estimado lector, es que, al igual que en la naturaleza, en el
caso humano hay machos dominantes, que primero que los demás, deben saciar su
hambre antes de dar paso a los otros, el problema es aún peor, pues en el caso
de nuestra depravada naturaleza, el hambre del poder es insaciable.
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