Esta red social, ampliamente
extendida, con un total de 140 millones de usuarios, a los que se unen 2 millones cada semana, ha desbancado a
otras redes sociales. Detrás de la libertad aparente que proporciona al
individuo, y detrás de la gratuidad de la misma, existe un complejo ideológico
que tiene grandes peligros desconocidos. Hoy nos ocuparemos de alguno de ellos
y de sus consecuencias, referente al individuo. Éste, pierde su intimidad, y
contractualmente la cede de por vida a la red social (incluso después de
abandonar su entorno), pudiendo ésta usar la información que dejó de manera
libre; de hecho Facebook, proporciona a marcas publicitarias los perfiles de
clientes potenciales, para que estas empresas puedan lanzar sus tentáculos
hacia consumidores latentes. En este ambiente cibernético, podemos ser (somos)
observadores conscientes de otros usuarios; pero también somos, inconscientes
de ello, objetos observados por desconocidos ojos poderosos. Se convierte
Facebook, en un mar inmenso, de pececillos inocentes sumergidos en su
profundidad, en las honduras de un océano proceloso, ajenos a los pescadores
que desde la superficie lanzaran redes ásperas, sutilmente dirigidas para
capturarlos. Este mundo virtual, aparentemente ajeno al mundo natural real, se
convierte en un escaparate que fomenta la adicción y el consumo. El ambiente de
este medio virtual ilimitado, descrito, de inocente perdida de la intimidad
perpetua, inevitablemente con el consumo promovido y desmedido repercute en los
confines del medio ambiente real. Concluyamos, pues, hacia una evidente
realidad en internet; cuando configuramos un entorno gratuito: correo
electrónico, red social,…, ¿Quién lee las condiciones del contrato? Todos,
incluido el que suscribe esta reflexión, deseoso de disfrutar de una nueva
aplicación aparentemente gratuita e inofensiva pulsamos en el icono ACEPTO, o
por mejor decir I AGREE. Sin dar el más mínimo margen a eso que los ingleses
llaman, “el beneficio de la duda”. Simplemente aceptamos contratos que como el
de Facebook, contienen clausulas leoninas, desmesuradamente abusivas, como es
vender nuestra alma a golpe de ratón, permitiendo la pérdida de nuestra
intimidad.
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