sábado, 18 de febrero de 2012

2ª.- Alfabetizar en la era digital.


Primero una breve consideración sobre la alfabetización tradicional.
El concepto de alfabetización y por ende de analfabetismo, está directamente relacionado con el conocimiento de la lectura comprensiva y escritura comprensible. Saber leer y escribir.
España con una escolarización obligatoria hasta los 16 años, cuenta con una bolsa de analfabetos próxima al millón de personas, aproximadamente un 2,4%.
La tendencia descendiente de las dos últimas décadas se ha invertido en los últimos  años. La mayoría de expertos apunta a la inmigración como factor clave de la subida.
La crisis económica y la disminución de la emigración harán fluctuar esta tendencia.
Hoy nos ocupamos, en nuestro entorno como país del primer mundo, de un concepto nuevo: “la alfabetización en la era digital”
¿Qué grado de conocimiento debemos tener en las nuevas tecnologías para no ser considerados analfabetos digitales?
¿Debemos  saber manejar el correo electrónico, los móviles, descargar e instalar programas de la red, conocer y utilizar las redes sociales,…?
¿En qué medida somos capaces de adaptarnos a las constantes mutaciones de la era informática?
Si tenemos en cuenta por ejemplo que las redes sociales son usadas por un 70%, estaríamos hablando de una tasa de analfabetismo digital del 30%. 
Esta era digital en constante cambio, tiene la ventaja de una dimensión pedagógica, que se enfrenta a este analfabetismo digital. Cada vez los recursos informáticos son más inteligibles y accesibles al ciudadano. Instalar un programa hoy en un ordenador, es prácticamente usar el dedo índice de una mano a golpe de ratón; enviar correo electrónico,  navegar por la red, enviar mensajes con móvil, usar las redes sociales, manejar PDA, GPS, EBOOK,… no requieren grandes esfuerzos.
Por tanto, si la supuesta tasa de analfabetismo digital es aún alta y supeditada a factores económicos, es más dramático el analfabetismo tradicional, el hecho de que una persona no sepa leer ni escribir. No obviamos en esta reflexión la alfabetización tradicional y digital en los países pobres, que merecerían episodio aparte.

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